Las vacaciones son necesarias. Todos necesitamos tener un tiempo para desconectar, viajar, salir de nuestro domicilio habitual, estar más en contacto con la naturaleza, etc.
Los adultos necesitamos descansar y olvidarnos del trabajo por unos días, dormir siestas, bañarnos en la playa o en la piscina, irnos de acampada… Depende de los gustos de cada uno.
Los niños también necesitan olvidarse durante un tiempo del colegio, los deberes y los exámenes, además de estar más tiempo al aire libre aprovechando el calor, ya que en invierno no lo pueden hacer, jugar más con otros niños, incluso ir a campamentos, y si son en inglés mejor, ya que además de estar en contacto con la naturaleza y socializar con otros niños refuerzan el inglés. Pero las vacaciones de los niños son muy largas, y cuando ya llevan muchos días de vacaciones se empiezan a aburrir, empiezan a abusar de las pantallas y pueden presentar problemas de conducta. Y al final los padres acabamos deseando que vuelva a empezar el cole y volver a la rutina que nos proporciona tanta tranquilidad.

Todos empezamos las vacaciones con ilusión, ya que nos vamos a alejar durante un tiempo de las obligaciones y vamos a disfrutar más del tiempo libre y de estar en familia. Pero precisamente aquí es donde surge muchas veces el problema: al estar en familia. Durante el curso muchas familias se llevan bien porque los padres están en el trabajo y los niños en el colegio y en muchos casos no se ven hasta las 7 o las 8 de la tarde. Pero en vacaciones están las 24 horas del día juntos. Y aquí es cuando si en una familia hay problemas de convivencia o tensiones estos problemas se agravan. Y no digamos si nos vamos de vacaciones con otros familiares, como padres, suegros, etc. Entonces la guerra puede estallar. De hecho, los abogados afirman que todos los años hay un repunte de divorcios entre los meses de septiembre y octubre, ya que muchos matrimonios al haber pasado las vacaciones juntos y haber convivido todo el día se dan cuenta de que ya no se aguantan más.

Por eso, es conveniente conocer unas pautas de afrontamiento que podamos aplicar en vacaciones para que la convivencia con la familia sea lo más tranquila y feliz posible.
Aquí os dejo unos consejos para que las vacaciones en familia se desarrollen de la mejor manera posible:
- Evitar en la medida de lo posible irse de vacaciones con padres o con la familia política, especialmente si no hay buena relación o hay tensiones entre ciertos miembros de la familia. Si surgen problemas de este tipo podemos relajarnos escuchando música, haciendo alguna meditación o saliendo a dar una vuelta.
- Establecer rutinas. Las rutinas nos proporcionan, tranquilidad, estabilidad y seguridad. Por eso, incluso en vacaciones es mejor que tengamos ciertas rutinas. Por ejemplo, establecer una hora para leer, para hacer los deberes de vacaciones, para comer, para cenar y para irse a dormir. No tienen que ser horarios tan rígidos como durante el curso o cuando estamos trabajando, pero es necesario establecer unos horarios sensatos aunque sean más flexibles. Por ejemplo, si un niño durante el curso se va a dormir a las 21:30 o a las 22h en vacaciones se puede ir a la cama a las doce de la noche, pero no a las 3 de la mañana.
- Realizar las tareas domésticas todos. Las vacaciones son un momento ideal para que los niños se habitúen a realizar algunas tareas domésticas apropiadas para su edad, y seguir realizándolas durante el curso. Además de ayudar estas tareas aumentan su autoestima y autonomía.

Hasta los 7 años pueden hacer sus camas, poner y quitar la mesa, regar las plantas.
Entre los 8 y los 10 años deben ser capaces de pasar la aspiradora, limpiar el polvo, ayudar a hacer la comida o guardar las compras.
A partir de los 11 años pueden limpiar la cocina, cambiar las sábanas o poner y recoger el lavavajillas.
Además, es necesario que realicen las tareas domésticas para que aprendan a que todos tenemos que colaborar en el mantenimiento de nuestro hogar, y no cargar con todo el trabajo a una sola persona.
- Limitar el tiempo de pantallas. Debemos limitar el tiempo de pantallas al mínimo posible. Y siempre que los contenidos sean adecuados para su edad. El exceso de pantallas provoca problemas de sueño, dificultades cognitivas y malestar psicológico. Se deben evitar los juegos violentos o de contenido poco apropiado para su edad. Es imprescindible supervisar el uso que hacen de las consolas o móviles. Por supuesto, tener control sobre con qué personas están en contacto.
- Realizar actividades deportivas. En vacaciones tampoco debemos dejar de lado algo tan saludable como practicar algún deporte. Siempre que las condiciones climatológicas lo permitan. En las horas de más calor podemos realizar deportes acuáticos como surf o nadar. Y cuando las temperaturas desciendan un poco podemos salir a pasear, a andar a correr, jugar al futbol, etc. Siempre con sentido común para evitar los golpes de calor. Ah! Y siempre con protección solar.
- Dejar tiempo para el aburrimiento. No es necesario que todas las horas del día estén ocupadas con algo que hacer. Los niños necesitan aburrirse de vez en cuando, esto les obliga a pensar en cosas que podrían hacer en esos ratos muertos. Agudiza su ingenio y pueden descubrir aficiones nuevas.
Siguiendo estos consejos podemos conseguir que nuestras merecidas vacaciones no se conviertan en un infierno.

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